Miércoles 16 de enero de 2007
Tomamos la ruta RP 26 hastaLoncopué, atravesando territorio mapuche. Otra vez, nos encontramos con los riscos bayos, formación volcánica que nos recordó a Capadoccia, en Turquía.
Y de allí la RP 21 hasta unos kilómetros antes de Las Lajas en donde nos desviamos por la RN 22, hasta el paso de Pino Hachado, en donde cambiamos el rumbo una vez más hacia la RP 23, que bordea el rio Litrán. La ruta es de un ripio suave, gran parte de arena volcánica. El paisaje merece una mención aparte. Los bosques de pehuenes se elevan increíbles.
El trayecto hasta Villa Pehuenia pasa rápido. Ya en el empalme con la RP 13, se ven las forestaciones de pinos que prometen una transformación importante del paisaje.
El lago Aluminé, magnífico e imponente inaugura, con el lujo de los pehuenes, el justamente famoso corredor de los lagos patagónicos.
Villa Pehuenia está desbordada de turistas. Uno se pregunta si sus habitantes están realmente a la altura de las circunstancias. Se nota movimiento y cambios respecto al año anterior. Pero aún, mucho de lo que se ofrece al turista parece un tanto precario e improvisado.
Pasamos gran parte de la tarde literamente remando en nuestro gomón, bordeando las pequeñas penínsulas y bahías. Nos inspiró el escaso viento, lo cual colaboró con nuestra nuestra breve experiencia de remeros. El paisaje es francamente bellísimo, sin exageraciones.
A la noche cenamos en un bar recientemente inaugurado, Iñaki. Nos encantó calidez y la buena onda. Eso sí, el café, te lo quedan debiendo.
Luego de regreso en la cabaña, tuvimos el disgusto de una invasión de pequeños alacranes, con sus pinzas y colitas amenazantes. No estábamos muy seguros de que no fueran ponzoñosos hasta que lo confirmamos al día siguiente. Así que, duda mediante, nos mantuvimos alertas y dedicamos gran parte de la noche a ahuyentarlos con todo lo que encontramos a mano.
Jueves 18 de enero de 2007
Me levanté temprano... si es que dormí esa noche y vi el amanecer en el lago. Un espectáculo maravilloso.
Luego hicimos la excursión del día. Subimos al cráter del Batea Mahuida. La subida es sencilla y no requiere vehículo 4x4. En el primer tramo pueden verse las instalaciones del parque de nieve administrado por la agrupación mapuchePuel. Puede verse un T-bar y y una confitería. Así a simple vista, la pista principal parece larga pero con una pendiente muuuy suave, perfecta para principiantes.
El ascenso al cráter es de arena volcánica, el trayecto es árido interrumpido únicamente por algún pehuén. El cráter es ahora una laguna ovalada que se congela en invierno. Una franja de nieve muy delgada podía verse en la ladera. Continuamos hacia arriba un poco más, y la recompensa, magnífica: una prolija visión de losvolcanes nos recibió en la cima. Sólo empañó nuestra excursión la presencia de los tábanos, especie de mosca gigante cuya picadura, si uno es alérgico, es algo bastante molesto. Por suerte matamos (bueno, no yo, pero si alguno de mis compañeros de viaje) unos cuantos, haciéndole muy bien al desarrollo del turismo regional.
Por la tarde nos dedicamos en mejorar el control del bote sobre el Aluminé. Cruzamos en distintos viajes el trecho que nos separa del islote de los cuatro pehuenes y mejoramos la sincoronización de los remos. Nos desorientamos alguna vez confundiendo la península con la isla... pero igual llegamos a destino.
La noche nos tenía preparada una sorpresa inesperada. El cometa McNaughtsurcó el despejado cielo del crepúsculo de Pehuenia y pudimos verlo, con todo su esplendor, ponerse sobre los cerros que se ven desde la Bahía. Lástima que no había llevado la cámara de fotos. Espero volver a verlo para poder fotografiarlo.
Viernes 19 de enero de 2007
El día amaneció despejado, luego ventoso, luego parcialmente nublado, luego despejado... cambia rápido, pero no llueve acá en Pehuenia. En Moquehue, del otro lado del lago, se dice que es más húmedo. Veremos en un par de días si así es.
Quisimos dedicar la mañana a una caminata por la Villa. Senderos polvorientos, toneladas de piedra pomez, subidas y bajadas constantes. Recorrimos el paseo de los artesanos, que tiene un simpático muñeco sobre la caricatura de un piñón como mascota. Rodeamos las lagunas, cerca de territorio mapuche, que eleva su bandera colorida junto a los animales de crianza y precarias viviendas. Luego vistamos la zona de restaurantes sobre la bahía, donde observamos que hay algunos servicios más que el año pasado como alquiler de equipos para mountain bike, kallacs, canoas y algunas lanchas que se suman al velero Misterix con el que recorrimos el Aluminé en la estadía anterior.
Frente a la municipalidad vimos que se estaba armando un pequeño podio para autoridades, entonces preguntamos a unos periodistas que según nos dijeron venían de Zapala a cubrir el evento, qué pasaba. Nos entramos que el 19 de enero es el día de Villa Pehuenia. Quizá bajo el efecto embriagador del paisaje lo consideré una “señal” de algo, por que es el día de mi cumpleaños. Estaban esperando al gobernador de Neuquén, Jorge Sobisch (que como todos saben, está en campaña para presidente) que llegó en en un helicóptero que aterrizó sobre las playas del lago. Dos breves discursos, del intendente y del gobernador, algunas promesas. Inauguraron la primera etapa de la obra de gas para el pueblo. Estaban los abanderados de las escuelas, y desfilaron todos los vehículos del patrimonio municipal: las topadoras, los guardafaunas, los rescatistas de montaña, incendios forestales, la ambulancia, el camión recolector de residuos, la combi de escolares... también gendarmería y los mapuches a caballo. Nos llamó la atención un sarcástico cartel de los pobladores de Moquehue, el cual decía “Bienvenido Sr. Gobernador, gracias por la luz. Moquehue, visístenos.”. En efecto, parece que no es la primera vez que se promete la luz en Moquehue y todavía están a fuerza de generador... el periódico regional, afirmaba que efectivamente, Sobisch visitaría los avances en la electrificación fural en la zona de Moquehue.
A medio día fuimos al camping Don Cirilo, en las afueras del pueblo. Es un predio forestado grande, con una playa hermosa. Pero el camping es un poco (un poco bastante) desorganizado, al punto que uno entra sin que nadie pregunte si uno tiene o no planes de acampar, lo cual deja ciertas dudas sobre la seguridad y ninguna sobre la calidad del servicio.
Luego, de regreso a la cabaña. volvimos a cruzar a al islote con nuestro bote. Esta vez desembarcamos y lo exploramos un poco. Encontramos algunas flores y un grupo de chicos que habiendo cruzado en callacs, intentaban cazar lagartijas entre las piedras.
Nos quedamos descansando en la playa, en donde vimos algunas personas haciendo snorkel, absolutamente maravilladas por la forma abrupta en que se producía un salto en la profundidad del lago.
Por la noche hicimos un asado en la cabaña. Acompañamos con un Malbec de la Bodegas del Fin del Mundo, muy recomendable. Me regalaron unos alfajores del harina de piñón muy interesantes. Supimos algunos detalles de la producción, como que las cotorras ayudan a que las piñas cargadas caigan en marzo, pero se comen la mitad.
El crepúsculo, parcialmente nublado, me ocultó el cometa que estaba esperando capturar con mi cámara. Espero tener mejor suerte mañana.
Sábado 20 de enero de 2007
Amaneció nublado y continuó así todo el día, así que decidimos que nuestro último día en Pehuenia fuera tranquilo.
Una vez más cruzamos en nuestro bote, pero esta vez lo hicimos desde la península. Navegamos como siempre hasta el islote en donde almorzamos, mientras veíamos algunas lanchas que atravesaban la bahía. En el agua vimos unos pequeños cangrejos rosados y los troncos de los pehuenes con sus líquenes colgantes, dan cuenta de un espacio aún virgen, aún no contaminado.
Regresamos para dar un breve paseo en auto por los alrededores, vimos algunas casas, quizá de las más antiguas de la Villa, hasta una playa pequeña, rodeada de acantilados y dominada por lengas y ñires. El día continuó sofocante y pesado. Mis esperanzas de volver a ver el cometa, comenzaron a desvanecerse.
Cargamos gasoil por las dudas. Cuando se acaba el combustible en la pequeña estación de servicio de la villa puede que pasen varios días sin él. La opción puede ser ir a cargar a la ciudad de Aluminé, pero son bastantes kilómetros para semejante propósito. Un lugareño de la estación nos dijo que era raro que Pehueña estuviera nublada, que quizá llovía... el diario regional daba cierto eco a tales augurios.
Finalmente la noche cayó sobre lago. Noche nublada, noche cerrada. Nos encontró silenciosos y cansados.
Cenamos en Anhedonia, lugar que queríamos conocer desde el año pasado. Exquisita fondeau, exquisito vino rosado, encantador servicio.
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