Martes 16 de enero de 2007
El crepúsculo reflejó un paisaje encantador sobre el Lago Agrio. Me desperté a media noche y vi desde mi ventana la luna en cuarto creciente rebotando su imagen sobre las aguas estáticas. Las estrellas, muchas y brillantes completaban una pintura inolvidable.
La mañana invitaba a la caminata. Salimos con intenciones de trekking liviano, y nos dirigimos a la zona de las cascadas. Entramos con el auto, pero lo dejamos por ahí, porque el ripio era amenazante y la caminata tentadora.
El sendero nos llevó entre piedras a un bosque puro de pehuenes. Interesante poder identificar ejemplares machos y hembras, y ver pequeños retoños a la sombra de sus milenarios progenitores. Las laderas abruptas talladas prolijamente completaban un paisaje imponente hasta los deliciosos saltos, excusa central del paseo.
Por la tarde emprendimos la búsqueda de la Cascada Escondida, poco antes de llegar al hotel Farallon al pie del centro de esquí.
Una placentera caminata de aproximadamente unos 2 km nos llevó a la vista de un magnífico salto de aguas de deshielo.
La caída, prácticamente encajonada entre grandes paredes de rocas, tiene una altura considerable. Un bosque de pehuenes rodea todo el paseo dándole a la zona un perfil característico.
Pensábamos por la tarde hacernos algunos masajes o tomar algún otro servicio de los que se ofrecen en Caviahué... pero finalmente preferimos un plácido paseo bordeando el lago, especular sobre las muchas construcciones que se están haciendo en la villa y estimar la altura que podría alcanzar la nieve en invierno. En un minimercado vimos una foto de la erupción del Copahue en el 2000... ¡realmente escalofriante! pero la chica que nos atendió nos contó que en esa ocasión evacuaron el pueblo y que no hubo daños importantes.
Por la noche, cenamos un interesante cordero a la cerveza con un buen malbec para despedirnos de éste acogedor suelo volcánico.
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