Mostrando entradas con la etiqueta Ruta 40. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Ruta 40. Mostrar todas las entradas

martes, 8 de febrero de 2022

De regreso a Calafate

 

Calafate, 8 de febrero

Irnos de un lugar donde la pasamos bien, siempre cuesta. Así que dimos algunas vueltas y antes de agarrar la ruta, visitamos lo que entendíamos era un museo histórico. Se trataba de una casita alpina prefabricada y mínima, de las primeras 12 que estuvieron listas para la fundación donde había funcionado la primera escuela. La verdad que nos defraudó un poco. Primero, no había nadie, entramos y salimos sin que nadie ni siquiera nos dijera ¿qué hacen ahí? Vimos algunas fotos de la primera maestra, un guardapolvo, algún ploteo dedicado a la fundación pero no mucho más. Realmente la historia del Chaltén es mucho más pintoresca y pensamos que daba para mucho más. En el segundo piso, más mínimo todavía, había cierto desorden con material de exhibición típico de la era K: desaparecidos y todos los cliché del relato de los 70. Ni una mención al conflicto limítrofe con Chile que fue, a fin de cuentas, la razón por la que el Chaltén se fundó… RARO.

Finalmente nos despedimos con algo de sol y nubes sobre los picos. Ya en la ruta seguí leyendo en voz alta el libro “Hito62”, de Amadeo García Bertoni, que habíamos comprado ayer. Las desventuras de los Selpúlveda, la política exterior, el enfrentamiento entre carabineros y gendarmes en el 65… muchas historias mencionaban la ciudad de Tres Lagos, que era algo así como el último puesto de la autoridad por aquellos tiempos. Nos dio curiosidad entonces y nos desviamos unos 35 km antes de tomar la ruta 40 para ver como era hoy, si era algo. Encontramos un pueblito solitario en medio de la estepa: un par de hostels y de oficinas estatales. Tal vez un par de decenas de casas. Vimos una una estación de servicio sin bandera muy pintoresca en la salida/entrada. Tiene internet y hasta Mercado Pago… bueno, para la nafta no, eso se paga en efectivo. Los expendedores y algunas paredes estaban tapados de infinitos stickers de motoqueros, motorhome y otros viajeros de las rutas en general y las patagónicas en particular. Sacamos fotos, fuimos al baño y volvimos por los mismos 35 kilómetros para retomar el camino a Calafate.



Ya sobre la ruta 40 otra vez vimos un cóndor. Imposible sacarle fotos. En La Leona hicimos una pequeña parada para almorzar y vimos, por última vez, la cima borrosa de Fitz Roy. Más adelante, el Lago Argentino, volvía a insistir con sus turquesas apastelados.


De regreso en Calafate desembarcamos en el hotel y salimos a dar alguna vuelta. Reservamos una excursión clásica lacustre para el último día (no quedaban más disponibles) y tomamos un café. En el local no andaban los baños, al parecer un problema general del sistema de aguas pero, nos enteramos después que es una falla frecuente, probablemente falta de inversiones que llevan a todo a colapsar cuando sube la demanda. 

Vistamos la Laguna Nimez que hoy es una reserva municipal. Recordábamos perfectamente que en nuestra visita histórica recorrimos esos pajonales vecinos al lago Argentino que ya nos habían gustado mucho. Ahora, al ser un área protegida, está llena de pájaros y patos… y estallada de flores de manzanilla. La visita tiene un sendero marcado con referencias para la flora yla fauna. El mirador para las aves permite observarlas con mucha discreción, especialmente si se cuenta con prismáticos.




Hacia la hora de cenar tuvimos un par de roces con el personal del hotel Imago. Supuestamente es un hotel cinco estrellas pero el servicio deja un poco que desear… pero no voy a aburrir con eso ahora. Voy  a dejar mi reseña en Trip Advisor y en Google a fin de advertir a futuros viajeros.


lunes, 31 de enero de 2022

Viento con derechos patagónicos

 El Chalten, 31 de enero 2022

Afuera llueve y hay un viento de temer. Cuando nos imaginamos el glamping nos imaginábamos sacando fotos de la vía láctea, pero no. Nos agarró el viento primero, un viento bien patagónico y, después, lluvia, bastante lluvia. Así que bajo el ruido intenso de la naturaleza me dispongo a escribir el diario del día…

No salimos excesivamente temprano de Calafate, nos tomamos la mañana con calma. El Imago tiene un tema con la calefacción: está altísima y no se puede bajar. Por la noche casi me deshidrato, así que me levanté medio molesta. Quizá era mejor negocio abrir la ventana y listo. Pensando estas cuestiones se fue el desayuno y una parada para comprar provisiones y un termo… porque la botellita multiuso que traje no se bancaba el agua caliente para el mate. Así que con todo listo, salimos de Calafate y agarramos la Ruta 40 camino al Chaltén. La última vez que habíamos hecho esta ruta hace más de 25 años, nos tomamos un micro de línea. Era un camino de ripio y polvo. Ahora es una ruta bastante decente con paradas indicadas para sacar fotografías. Igual hay que ir despacio y con cuidado. Sobre todo cuando el viento empieza a reclamar sus derechos patagónicos. Llegamos a la Leona cerca del medio día bordeando el lago y siguiendo las vueltas del río. En La Leona sacamos las fotos de rigor y recordamos viejos tiempos. Por fuera, todo parece detenido, exactamente igual, exactamente remoto, aunque con un avance inteligente en términos de energía eólica y solar. Por dentro se notan los 25 años de buen marketing. Igual sigue siendo un pasaje estrambótico y solitario. No se ven micros de turistas enlatados todavía.


El tramo desde La Leona al Chaltén es un poco más largo. El viento empezó a ganar cuerpo pero al doblar, saliendo de la ruta 40, la cordillera ya asomó entre las nubes. Fue emocionante ver la figura del Fitz Roy que habíamos querido ver hace tantos años en excursión relámpago pero no habíamos tenido suerte por la cortina de nubes. Nos apuramos a sacar muchas fotos por si acaso.


Al llegar al pueblo había sol. Sol y nubes. Pero sol al fin. Dimos una vuelta por el pueblo que casi no coincidía con nuestro recuerdo. No es que sea muy grande, pero es mucho más de lo que habíamos visto la vez que no vimos nada. Almorzamos unas sopas en un restaurante que tenía un nombre hermoso: Pangea. Nos encantó. Nos conectamos al wi fi y avisamos a todos que entrábamos en el cono del silencio. Entonces empezó a levantar el viento con todo… y decidimos apurarnos sobre todo porque Google decía que a las 17 se largaba.

El camino a los EcoDomos no es muy largo, unos 12 kilómetros, pero entre el viento y las piedras, nos lo tomamos con calma. Cruzamos mucha gente haciendo trekking, algunos ciclistas y varios vehículos. Cuando llegamos, el viento era descomunal y bajar las valijas hasta nuestro domo no fue ninguna pavada.

El domo es hermoso, aunque el viento da un poco de miedo. En la cena, en el domo restaurante, una chica comentaba que el micro en el que llegaron casi vuelca y que se le rompieron los vidrios. Estaba un poco asustada, el viento se siente muy fuerte en los domos. Ahora prendimos la salamandra, son casi las 23 y todavía hay algo de claridad… con nubes y todo. Pero los picos todavía no pudimos verlos desde el domo. Mejor descansar para mañana.


martes, 23 de diciembre de 2014

¡Arreglen la ruta 40!

27 de enero, Malargüe
Hoy recorrimos el tramo de la mítica ruta 40 que une Chos Malal con las ciudades mendocinas. Durante el trayecto pudimos avistar el volcán Tromen que nos había esquivado la tarde anterior.
El Volcán Tromen desde la RN40<br>autor
El Volcán Tromen desde la RN40
El trayecto comienza con un pavimento moderno pero la comodidad acaba pronto. El estado del camino es deplorable.
El “pavimento” de la ruta 40 en el sur de Mendoza en enero del 2008<br>autor
El “pavimento” de la ruta 40 en el sur de Mendoza en enero del 2008
El pavimento quebrado y deteriorado se ha transformado en un ripio peligroso de pozos semicubiertos por piedras de tamaño considerable. En algunos segmentos prevalece el asfalto pero nunca dura mucho. Es absolutamente recomendable realizar el trayecto de día y con buena visibilidad.
El reloj de Malargüe<br>autor
El reloj de Malargüe
La llegada a Malargüe nos sorprendió. Una ciudad inesperadamente moderna, al estilo norteamericano mirando a la ruta 40. Un reloj “noventoso” con ambiciones de landmark estratégicamente instalado sobre el boulevard principal, una plaza muy bonita con estilo “design”. Servicios varios para el turismo, incluyendo un “Lave Rap”con envío a domicilio (algo que estábamos necesitando después de tanto ripio y polvo) y hasta un planetario que llamo nuestra atención. Sospechamos que esta ciudad creció bajo el esplendor auspicioso de Las Leñas y, soñando a lo grande, buscan ser algo más que la alternativa económica durante la temporada de esquí. Eso se nota en todos sus rincones.
El planetario de Malargüe<br>autor
El planetario de Malargüe