lunes, 30 de enero de 2023

Cuatro días en Orlando

26 de enero 2023, Orlando

Día de viaje, de esos que parecen desperdicio pero que al final, se hacen interesantes. Primero, levantarnos antes del amanecer, hora y pico en la autopista (que temprano arrancan a laburar los americanos, eh?), agarrar un par de mini atascadas incluyendo un accidente por un autopista que haría pasar vergüenza a nuestra panamericana. Ver los edificios de Houston a oscuras, enormes y aglutinados, devolver el auto, ir en bus hasta la terminal D, pasar seguridad y (mucho más estricta que en Newmark) y que la policía me dijera que le gustaba mi pantalón y sus bolsillos, llegar a la gate y que no haya nada para desayunar que nos cierre, buscar un lounge con la tarjeta a ver si zafábamos y encontrarlo.

Un vuelo calmo y amable. United nos gusta más que American. Vimos Houston desde arriba y nos despedimos. Nos faltó un poco más de Texas.

LLegamos a Orlando más o menos en el tiempo previsto. Hace más calor pero no tanto. La llegada fue un despelote. Perturba un poco por ahi sentir acento argento. Tuvimos unas idas y vueltas con el auto de alquiler, que teníamos que elegir entre los que tenían el baúl abierto y el que encontramos era demasiado grande y nos dió no sé qué que tenía la puerta recontra rayada. Al final pusieron otro al lado mucho más chico y razonable para nosotros dos solos y nos cambiamos. 

Lo que siguió del día fue encontrar el hotel, discutir sobre los parques que vamos a visitar (acordamos solo dos), comprar pavadas en el supermercado e ir a caminar por Disney Springs que queda acá nomás, al lado del hotel en que nos estamos alojando.




27 de enero, Orlando


Ahi busqué en Wikipedia que Animal Kingdom se inauguró en el 98, así que tiene sentido que no lo hayamos visitado con Adrián esa vez que vinimos por aquí en el 96. La última visita había sido en el 2003 con nuestros hijos que eran muy chiquitos y, por cierto, el parque también. Hoy, 20 años después, hay muchas más cosas para hacer en entre las que se destacan la tierra de Pandora con un slow ride ambientado y un ride 3D con un CGI muy potente que simula un ride que incluye efectos táctiles y aromáticos con una sincronización que, hasta ahora, es la más realista que ví en este tipo de atracciones.


Igual, nuestra preferida fue la montaña rusa ambientada en el Tibet, con todo un storytelling sobre el Yeti que es espectacular. Agarra bastante velocidad y va en reversa… Vale muy bien la espera. Tanto que la hicimos dos veces.


El safari que deja ver los animales de verdad es notable. Las jirafas pasan como si nada. Vimos otros bichos como cebras, elefantes, leones, hipopótamos y orangutanes… tantísimas aves y también algunos reptiles. No deja de ser un zoológico y me pregunto si en algún momento del futuro acabará cancelado, aunque debo reconocer que me emociona un poco ver semejantes animales tan hermosos.

En fin, el día pasó volando. Al final no encontrábamos el auto y fue agotador porque estábamos cansados. Pero estaba en el sector unicornio. Decí que el auto no es azul.




28 de enero, Orlando

Hoy fuimos en auto para la zona de Tampa, esto es, hacia el sudoeste. El día estuvo nublado y algo ventoso aunque con la temperatura un poco en aumento. Es imponente ver la prosperidad de toda esta zona, los condominios y los centros comerciales parecen brotar de a montones. Es todo tan distinto a Vermont… y a la vez, tan parecido. Cruzamos el imponente puente de Sunshine Skyway y justo vimos como estaban reparando algo en los tirantes del centro. De paso, vimos mucho trabajo de reparación y mantenimiento en las autopistas, a lo mejor es lo normal, pero nunca antes lo habíamos notado tanto.

Pasando St. Petesburg el puente paramos en la orilla de la bahía y vimos un grupo grande de kitesurfers que aprovechaban el viento y me dieron la oportunidad de tomar algunas fotos interesantes en colores azules y plateados. Seguimos en dirección sur hacia Sarasota, linda ciudad donde las camionetas te cruzan el semáforo arrastrando grandes lanchas. Cerramos el paseo comiendo en un Taco Bell donde no sé si me equivoqué en la maquina para armar el pedido pero no me pusieron nada de guacamole.

Volvimos al hotel surfeando un par de congestionamientos. Mañana es un día de parque así que mejor que nos agarre descansados.



30 de enero, Orlando


No fue fácil dejar Magic Kingdom afuera del plan elija dos disney parks. La verdad que preferí Holly Studios, aun cuando no hacía mucho que lo habíamos visitado, por la novísima land  de Star Wars (Stars Wars Edge) que estaba dando que hablar. Tenía el dato que una de las atracciones, Rise of the resistance, estaba complicada de hacer por la demanda. Hasta hace poco tenían cola virtual, pero ahora ya no. Además, ahora la opción del Fast Pass es paga y había que decidir si valía la pena. Al final pensamos que sí, que total por un solo día, valía la pena gastar un poco más en eso (y ahorrar en otras cosas) para pasar el día ahorrándonos las colas insoportables. 

El tema de la entrada a los parques, está totalmente digitalizado actualmente y se combina con el uso de una app. No es que sea difícil, pero en algún punto tanta tecnología me pegó un poco la nostalgia de los cupones para una determinada cantidad (y tipo) de atracciones que recuerdo existían en Disneyland, a principios de los ochenta. Era la forma en que el parque regulaba el flujo de gente… claro, hoy sería imposible un sistema así. Cada vez es más grande todo y hay más personas y más atracciones y más opciones…

En fin, vuelvo a Star Wars y hago mis comentarios:

La land es espectacular. Nivel Disney en todos los detalles. Me pareció impecable (a mi), no me quiero imaginar lo que debe ser para un fan de Star Wars.

Rise of the resistance: es muy imponente la puesta en escena. Animatronics, varios stages, anfitriones teatrales, un diez. El ride en sí mismo es bastante tranquilo aunque tiene algunos momentos más movidos. La animación 3D es siempre a través de las ventanas de manera que es una inmersión bastante cómoda en ese sentido.

Millennium Falcon: es un simulador más tradicional. Los que van adelante, como pilotos, seguramente tienen una experiencia más divertida. A nosotros nos tocó al fondo, como ingenieros… y la experiencia visual está más restringida. 

Y después, está el Star Wars Tour, que es un viejo simulador, que ya hicimos otras veces y no sé por que quedó medio afuera de la Land. El viejo simulador no es 3D pero sigue siendo bueno y el guión está bueno. Me pregunto si MIlenium va a sobrevivir tan bien el paso del tiempo.

El resto del parque sigue hermoso. Hicimos el Coaster de Aerosmith, el Ascensor del terror, la montaña rusa de Toy Story, vimos otra vez el show de Indiana Jones (confirmamos que el show lo van cambiando), no nos perdimos nada.  Hay una nueva atracción en el teatro chino que es realmente hermosa. Es un slow ride que crea la ilusión de sumergirse en una animación de Mickey Mouse. Es muy linda…

Empezamos muy temprano y nos quedamos hasta ver Fantasmic. Hicimos muchas fotos divertidas con la app de Realidad Aumentada que venía con el Fast Pass. Fue un día hermoso, una buena despedida.






miércoles, 25 de enero de 2023

Houston, we have a problem here

24 de enero 2023, Houston

La salida de New Orleans fue tranquila y con algo de sol. Casi que no reconocíamos el auto cuando lo trajeron de valet parking… la Toyota estuvo estacionada durante toda nuestra estadía… así que tratando de familiarizarnos con la tabla de comandos salimos en dirección oeste entre puentes, pantanos y un paisaje muy, muy parecido a la papa húmeda. Paramos en un visitor center de Louisiana muy lindo y con una anfitriona cordial que al menos sabía dónde quedaba argentina. Más adelante ya pasando la frontera con Texas comimos en un Taco Bell y no sé si era que teníamos mucha hambre pero estuvo buenísimo. Nos hicimos una mini degustación de salsas picantes. Y eran picantes nomás.

Después, empezó a llover, primero fuerte, después muy fuerte. Dijimos, qué bueno que no nos asustan las tormentas. Después empezaron a caer los rayos y se empezó a poner bastante feo. De remate, empezó a sonar una alarma en el teléfono con un mensaje de advertencia que indicaba buscar un lugar seguro. Para esa altura ya no se veía casi nada y no sabíamos qué hacer. Estábamos a solo a 9 millas de destino. Nos pegamos a una camioneta que iba delante y que al menos marcaba para donde seguir. Fueron 15 o 20 minutos complicados que nos dieron bastante miedo. Adrián transpiraba y yo temblaba. Gracias al gps embocamos la salida y de pronto  vimos la silueta del hotel al lado de la bahía en medio del diluvio



Llegamos agotados pero a los minutos paró la lluvia y empezó a despejar. Ya en la habitación en The Weather Channel vimos que a la tormenta la llamaron Kassandra. Rompió unas cuantas cosas y va camino a New Orleans. Ojalá se esfume del todo.


25 de enero, Houston

Hace frío, más frío del que imágnabamos a esta latitud. Pero amaneció despejado y no nos abrigamos lo suficiente. Pasamos frío en el Space Center, no nos imaginamos cuánto podía destemplar el viento. Arrancamos a primera hora la visita al centro de la NASA que Houston que prácticamente queda al lado del hotel. Había poca gente, es un museo interpretativo pequeño si se lo compara con las instalaciones de Cabo Cañaveral. Es algo más destinado al público local, había por ejemplo, grupos de niños en visita didáctica. En general, no había demasiada gente, por suerte para nosotros.

Entre las cosas que vimos destacaría:

— La sala original del seguimiento de las misiones Apolo. Resulta admirable cómo se animaron a ir con una tecnología que nos resulta alarmantemente obsoleta.


— Áreas de trabajo y entrenamiento para la ISS donde se veía gente trabajando en vaya a saber qué…

— Una charla simpática en vivo sobre la vida en la ISS

— Una instalación tamaño real de un Jumbo con el shuttle montado al que se podía entrar


Y, otras cosa también, muchas interactivas y audiovisuales, sobre todo lo dedicado a Artemis. Se nos pasó rapido todo el día, tanto que casi nos cierran la puerta en la cara que ni le dimos mucha bolilla al gift shop. 

Lo que quedaba de la tarde, como ya no alcanzaba para ir a Downtown, hicimos una escapadita en auto hasta la isla de Galveston y nos pareció hermoso el golfo de México a la puesta del sol, las mansiones que no esperábamos ver y puentes modernos conectado autopistas faraónicas. De regreso al hotel  vimos las refinerías sobre el horizonte como ciudades monstruosas de fuegos y torres.




lunes, 23 de enero de 2023

Antebellum mansions y un hotel embrujado

 23 de enero, 2023

Hoy amaneció grandioso día de sol. Ya teníamos tachado el barco a vapor y otras excursiones acuáticas, un poco porque no había disponibles y si las había el google review no nos cerraba y también, digamos todo, está todo re caro (o nosotros estamos re pobres). Así que salió tranvía (que ayer habíamos sacado ticket por dos días) y fuimos a conocer las mansiones de Garden Street. El distrito queda cerca del cementerio de Lafayette (al que no entramos pero vimos y es más o menos igual que todos los cementerios por aca) y, después de tomar un café bastante aceptable en zona, empezamos a caminar entre antebellum mansions (les llaman así a las casonas lujosas de antes de la guerra de secesión) en su mayoría restauradas o en restauración que son un despelote.



El paseo bajo el sol nos resultó divino. Volvimos con el mismo tranvía en dirección contraria para el hotel, donde nos cambiamos un poco la ropa porque estábamos demasiado abrigados para el solcito sureño. Almorzamos liviano muy rico en un patio de comidas con banda en vivo y sin mucho plan por delante, optamos por sentarnos frente al Misisipi a ver pasar los barcos. Vimos barcos de carga (uno era chino), un crucero que venía de Cozumel, un par de lanchas, gaviotas varias y el barco a vapor turístico que estaba amarrado en el mismo lugar.



Volvimos a eso de las 16 al hotel para comer los tradicionales sándwiches de mermelada de maní que sirven acá en Le Pavillon. Este hotel es un hotel recontra viejo e histórico que tiene algunas tradiciones como esta que no nos queríamos perder. De paso, nos tomamos un ratito para recorrer las instalaciones porque se dice que es un edificio con fama de embrujado… y por cierto, la decoración es bastante creepy. Pero al parecer, para ver fantasmas, hay que creer y la fé no es algo que nos sobre por acá.



Ya perfilando la puesta del sol, fuimos a despedirnos de Bourbon St. tomando unos tragos a base de ron y escuchando la música increíble que dispara esta ciudad por todas partes. Mañana nos vamos.


domingo, 22 de enero de 2023

Cosas ricas y turismo creepy

 22 de enero, New Orleans

Llovió durante la noche, o por lo menos cada vez que me asomé a la ventana. Estamos en un piso cinco, pero esto no es Nueva York, así que es bastante alto. Podía ver la lluvia pegando en las ventanas y sobre los faros sobre Poydras St. Pero a la mañana ya no llovía aunque el pronóstico no era muy prometedor, al menos no tanto como para tomar el barco a vapor sobre el Misisipi. Así que salimos temprano a tomar un Cafe du Monde, a ver si lo lográbamos sin hacer cola. Y tuvimos suerte y hasta nos sentamos. Pedimos dos cafés con las famosas bignietes que, digamos todo, son tortas fritas con mucho azúcar impalpable. Pero estuvo bueno, sobre todo porque había una banda en la esquina justo frente a Jackson Square que nos hizo la mañana.

Para sortear la tormentita anunciada, optamos por meternos en el museo presbiteriano (Presbyterian Museum de Louisiana). Fue una gran decisión. La primera parte, dedicada al huracán Katrina, estaba llena de información técnica y emocional sobre el huracán más tremendo que azotó la zona. Buenas lecciones sobre los riesgos de no planificar y no hacer caso de lo que dicta el análisis. Ni hablar de los efectos del calentamiento global. El segundo piso, dedicado exclusivamente a las tradiciones relacionadas con Mardi Grass, los bailes de máscaras y los parades. Una vista linda y a tono con lo que uno espera de un museo ordenado y pensado con buen criterio artístico.


Cuando salimos ya había parado de llover, pero teníamos hambre. Nos metimos en un restaurante en la esquina de la plaza que se llamaba Stanley y probamos el Gumbo, un guiso típico (yo pedi la versión vegana, por las dudas) que es muy, muy rico. Quizá parecido a un guiso de lentejas nuestro, pero condimentado como los dioses.

Salimos de comer y nos metimos en la Iglesia de St. Louis. Es una basílica católica más parecida a las que vimos en Canadá que las que uno vería en latinoamérica. Tenía un monumento a Juan Pablo II y había sido bendecida por Francisco.


Para cuando salimos de la iglesia, había algo de sol. Caminamos hacia Canal St. y tomamos un tranvía (acá los llaman street car) para la zona de los cementerios. En realidad buscábamos el cementerio de St. Louis pero fuimos para otro lado bastante más lejos y bastante creepy donde hay varios cementerios juntos; Green wood, Cypress Grove, St. Patrick… las tumbas parecen todas bóvedas con monumentos muy cuidados y se ven directamente porque no hay paredones. Como nos dimos cuenta del error y estábamos bastante lejos, nos tomamos en seguida el tranvía en dirección contraria y volvimos. Nos orientamos mejor y nos bajamos cerca del cementerio de St Louis que encontramos fácil esta vez, sin embargo, no vimos mucho porque tiene muros cerrados… y te cobran una entrada de 25 dolares que ni locos íbamos a pagar. El cementerio es el más viejo de la ciudad y tiene muchas historias seguramente interesantes, pero que sé yo… nos pareció mucho.



Seguimos de largo entonces para el barrio francés nuevamente ahora haciendo la Royal St. hasta el fondo.

El objetivo era encontrar a Lalaurie Mansion una casa embrujadísima que nos pareció de lo más linda y nada creepy.


Volvimos caminando con la luz de un atardecer hermoso y nos sentamos, café y chocolate en mano a ver los barcos navegando el Mississippi.


Cenamos unas espinacas a la crema que estaban espectaculares en un lugar más o menos cerca del río, porque nada nos cerró en Bourbon St.: demasiado ruido, demasiada euforia.


sábado, 21 de enero de 2023

Jazz y una muela rota

 Llueve, no llueve, va a llover. El pronóstico es incierto y nos cuesta decidir qué hacer, así que salimos sin plan a caminar por el French Quarter. A medida que iba avanzando la mañana empezamos a ver la acumulación de turistas. Algunos balcones tienen la decoración típica de Mardi Grass… y algunos otros aún la de navidad. Como sea, acá los colores son verde, violeta y dorado… y no están en la bandera, pero como si estuvieran.



Estuve buscando sobre por qué esos colores y se dice que el violeta representa la justicia, el verde la fé católica (Lousiana fue colonia Francesa — un tiempo española, también — hasta que Napoleón se la vendió a EEUU en 1803 por 15 millones de dólares) y el dorado, el poder. La zona turística es muy pintoresca, por todas partes se siente el olor agradable de la comida muy diferente a cualquier otro lugar de EEUU que yo conozca.


Pasamos la mañana sacando fotos a los balcones, metiéndonos a chusmear en las tiendas donde venden condimentos, muñecas listas para el voodoo y máscaras de carnaval.

Hay una plaza, Jackson Square, al estilo español, con la iglesia y el cabildo. Resulta raro ver ese layout con la bandera de EEUU. Por todos lados se escucha música, rock, jazz… y algo de rap también. Los turistas están por todas partes, muchos con disfraces y boas de color, como preparados para un carnaval fuera de temporada.



Como temíamos lluvia (no sucedió al final) nos metimos en el Museo del Jazz. Quizá lo más interesante para ver ahí es una trompeta que, supuestamente, fue importante en la formación musical de Louis Amstrong. Algo inesperado fue que justo hay un Festival de Cigar Box Guitar y con entrada al museo pudimos ver un pequeño concierto. Escuchamos a un músico muy joven haciendo rock, jazz y blues. Un crac. Sobre el escenario contó algo sobre estos instrumentos de fabricación casera y artesanal que suenan increíbles. A la salida había subasta de algunas de estas guitarras de cajas de cigarrillos en subasta. La mujer que atendía el stand nos animaba a probarlas pero me dió miedo…



De vuelta al hotel se me rompió una muela y entré en pánico. Adrián fue a comprarme algo al Walgreens porque me empezó a doler. Me consiguió una pasta para arreglos provisorios. Espero resistir hasta la vuelta.


viernes, 20 de enero de 2023

Un indio fan de Messi en New Orleans

 Amaneció bastante despejado para lo que venía. Como el aeropuerto de Newark quedaba a solo unos 15 minutos pudimos hacer los trámites de dejar el auto con mucha calma y sin correr. Salíamos en vuelo de United por la Terminal A, que es nueva y realmente hermosa.

El vuelo fue tranquilo, un poco menos de unas cuatro horas y llegó a New Orleans a horario. Tomamos el auto de alquiler y entramos a la ciudad por la autopista. El paisaje es llano y lo más parecido a la pampa húmeda que ví fuera de Argentina en mi vida. Pero todo es grande y enorme como todo en EEUU.




Sin embargo, el carácter de New Orleans es muy distinto a otras versiones de EEUU. De entrada, llaman la atención los cementerios al margen de la autopista, con bóvedas construidas al estilo latino, pero sin paredones y rodeadas de pasto, más al estilo inglés. Ya después, dando una vuelta por la zona histórica (French Quarter) vimos un poco más las postales típicas que Disney recrea con mucha más prolijidad en Disneyland.



De camino de regreso al hotel nos metimos en un bar a degustar unas cervezas mientras una banda tocaba jazz. Nos sentamos en la barra. Un muchacho nos preguntó por la degustación de cervezas que habíamos pedido. Resultó que el muchacho era indio (hacia 15 años que vivía en New Orleans) y tremendo fan de Messi. Se emocionó tanto con que éramos argentinos que nos invitó a las cervezas y nos dió charla de fútbol por un buen rato. Que locura. Nos dijo que en india juegan a cricket por dinero pero que a todos les gusta mas el futbol. Que se dividen entre hinchas de Alemania, Brasil o Argentina y que él había sido desde siempre hincha de Argentina. Y que había seguido los nuestros festejos y hasta la llegada de Messi a Rosario.



Volvimos caminando mientras caímos en la cuenta de que estamos alojados en un hotel histórico con fama de embrujado. Por cierto, el hotel Le Pavillon  es un poco estrafalario. Pero ya escribiré luego sobre eso… hoy estamos re cansados!



jueves, 19 de enero de 2023

Everything is legal in new jersey

 19 de enero, New Jersey


Un día a las corridas. Desayunar, armar las valijas, correr al auto y, bajo la lluvia, despedirnos de Killington. Las cuatro horas de autopista nos llevaron a New Jersey cerca del aeropuerto de Newmark ya que mañana saldríamos para New Orleans. Pero, por el momento, solo dimos una vuelta turbia y oscura para comer en un Chipotle de limpieza dudosa. Lo que siguió fue llevar a Sissi hasta el JFK porque ella ya se volvía para Buenos Aires. No fue fácil llegar con el auto, aún con el gps. Por suerte salimos con tiempo porque el tráfico era una locura. El broche de oro del stress fue una demora del avión de American Airlines de más de dos horas, aparentemente por un aire acondicionado.


Cinco días de esquí

 Día uno:

Nieve artificial por suerte porque de la que manda dios, hay poca. Mucho hielo y feriado largo gracias a Luther King. Frío sin viento y algo de hielo. Bastante gente. Esquíamos desde temprano y almorzamos en Sunrise. La nueva app del centro de esquí está muy buena pero me dejó de trackear al medio día así que no sé bien cuanto esquié.

En una subida por la góndola subimos con una familia cuya hijita era jugadora de Soccer. Hinchó por Francia, nos dijo el padre y, como le dijimos que éramos argentinos, nos ofreció arrojarla por la ventana. Simpáticos los gringos. En la parada intermedia subió otro con gorro de cowboy que parecía Clint Eastwood. Mientras se clavaba un trago con su petaca, dijo que su sueño era vivir siempre en invierno para esquiar sin parar. Un buen plan para cuando se retirara.

Me caí una sola vez. Un snowboard me atropelló por detrás. Pero fue un incidente menor.


Día dos:

Salió el sol y las máquinas de nieve funcionaron toda la noche. Nos apuramos a esquiar por la mañana porque nos dijeron que, siendo domingo, la gente llega más tarde. Hay muchas pistas que no están abiertas, no nos preocupa mucho por el momento, tenemos para divertirnos. Igual, el hielo se siente… nunca vimos tan complicadas las pistas por aca. Decí que los esquíes del rental son magníficos y clavas el filo como si nada.

La app de trackeo anda cuando se le canta, no queda muy claro por qué. Igual, esquiamos mucho aunque eligiendo bien las rutas, porque las pistas están difíciles.

De vuelta en el hotel los housekeeper nos dejaron una notita de “Vamos Argentina!”, porque son argentinos y se ve que reconocieron las evidencias argentas en nuestra habitación.

A la noche vimos Andrómeda por la ventana y también las Pléyades que acá se ven re altas y con Orión, con la espada hacia abajo.



Día tres:

Sin sol. No tanto viento como el que imaginábamos. Nieve artificial, tan seca que parece telgopor primero y azúcar con las pasadas. Muy diferente a la nieve honda y húmeda de Caviahue (uh, voy a tener que hacer un diario de Caviahue para la próxima!). Como el día no era muy bonito, tampoco había demasiada gente. Comimos lentejas en el nuevo lodge del K1 que es muy elegante quizá demasiado para mi gusto. A la tarde hice una pista negra y no me caí. Convengamos que sin gente todo es más fácil.


Día cuatro:

Sol hermoso por la mañana, un auténtico blue bird day. Poca gente en la montaña, más que ideal para probar algunas pistas un poquito más difíciles. Comimos un poco pesado, mucha fritanga, pero al aire libre, en Bear Mountain. Nos quedamos medio pipones para la tarde. Después se nubló. Las últimas pistas fueron bajo el agua nieve.


Día cinco:

El último día de esquí siempre tiene algo de nostalgia anticipada. Esquiar es como un estado de meditación que se interrumpe hasta nuevo aviso. Amaneció feo pero fue mejorando de a ratos y por sectores, subíamos con sol discreto, luego aguanieve, nube y viento blanco. Bajando, el proceso se invertía. Esquiamos mucha nieve sopita y algo de nieve fresca. Fue un buen día para animarse a las pistas más difíciles y despedirnos de la montaña.





viernes, 13 de enero de 2023

Chocolates de izquierda en la capital de Vermont

Mientras desayunábamos tuvimos que aceptar que el día no sería compatible con el esquí. Si bien había nevado mucho días atrás, ahora llovía y demasiado. Arreglamos el rental de equipos y cambiamos planes para ir a pasear un poco. No queríamos ir muy lejos porque ya habíamos viajado bastante el día anterior así que pensamos en Montpellier, la capital de Vermont que no quedaba tan lejos y que nunca habíamos ido. A medida que avanzaba la mañana, la lluvia se calmó y hasta por momentos se hizo algún agujerito modesto en el cielo. Montpellier nos sorprendió. De tamaño es un pueblito mínimo no muy diferente a otros pueblitos de Nueva Inglaterra, con sus iglesias de piedra y sus casitas de madera como armadas para una atracción de Disney.

Montpellier, Vermont

Pero el centro de visitantes era especialmente cálido y nos gustó verlo.



Dentro del centro de visitantes

Después caminamos algunas cuadras y nos metimos en la legislatura del estado de Vermont que estaba abierta al público durante las sesiones. Mientras ingresábamos vimos salir toda una familia amish que nos saludó con gestos tímidos. El edificio por dentro nos pareció elegante, con un estilo inglés antiguo, diría.

Adentro de la legislatura

Nos recibió un señor que nos quiso dar información y nos dejó pasar a mirar un poco… estuvimos chusmeando por el edificio hasta que nos dio vergüenza. De ahí seguimos por el pequeño centro comercial donde había varios lugares para comer bastante lindos. Nos metimos el más progre de todos: Rabble-Rouser Chocolate Craft lleno de carteles políticos y decoración a tono aunque pulcra… y hasta chocolates con la imagen de Bernard Sanders. Tardaron un montón en traernos una sopa con arroz (nos avisaron la demora y se disculparon) pero honestamente valió la pena. Dos lecciones importantes sobre este café temático muy de izquierda: el nivel de la comida era muy bueno aun para EEUU donde incluso pagando caro no te termina de cerrar el menú (¿será a lo mejor la influencia francesa en esta latitudes?) y la limpieza inmaculada del lugar, cosa inimaginable para un emprendimiento para semejante target en Buenos Aires. 

Chocolate con canabis


Sí, probé el chocolate con cannabis de la foto. Aceptable pero nada especial que decir excepto que cada corazoncito salia 3 dólares!

De regreso al hotel tuvimos un atascamiento en el tráfico por un accidente en la ruta. Estuvimos casi una hora trabados sin saber qué pasaba. Finalmente entendimos: un camión cisterna había perdido el control sobre el hielo y se había llevado por delante una camioneta. Creemos que no salió nadie herido porque había policia pero no vimos ambulancia.

Al final, cuando salimos del atascamiento se nos hizo de noche cerrada otra vez. Al menos no llovía. Pero la temperatura empezó a bajar rápido  así que hicimos algunas otras compras de supermercado y ya nos fuimos derecho para el hotel sin más novedad que ver de cerca como es que funcionan las barredoras que limpian de nieve las banquinas y tiran sal sobre el asfalto.


miércoles, 11 de enero de 2023

De Brooklyn a Hamilton

Fue un día gris, sin lluvia ni nieve ni viento. Gris nomás, de invierno largo y cómodo. Hemos visto fríos de temer, no es el caso, pero estamos desaclimatados así que salimos con prudencia, bastante abrigados después de un preventivo desayuno generoso. El objetivo era dar un paseíto por Brooklyn, para lo que elegimos tomar el ferry. Fue una excelente decisión que nos dió una linda vista del skyline de Manhattan. Embarcamos sobre el East River (se nos ocurrió que podíamos llamarlo anti Hudson) y después de pasar debajo del puente de Manhattan y del de Brooklyn llegamos a DUMBO y recorrimos la zona del Bridge Park que nos gustó mucho y nos dio una vista panorámica del World Trade Center y la estatua de la Libertad.



Después empezamos a dar algunas vueltas por la zona residencial hasta downtown. Almorzamos en el Dekalb Market Hall donde elegimos comida polaca, unos pierogi a lo yanqui con pepinos y remolachas. Estaba aceptable, digamos.


                                                                
Brooklyn


Después paseamos un poco por las tiendas y tomamos el subte para volver. El viaje en subte es largo y, al menos el trayecto por el que optamos, pasa sobre el puente de Manhattan. Bajamos en Central Park y vimos como los perros corrían a las ardillas. Después volvimos por la sexta y vimos que una celebridad ingresaba a los estudios de la NBC para el show Jimmy Fallon… una rubia que vi perfecto pero que no reconocí y no tengo la menor idea de por qué había gente queriendo sacarle fotos. De ahí pasamos por el Rockefeller Center, con su arbol decorado y sus patinadores, hasta el hotel, así descansabamos un poco… antes del teatro.



Central Park

En el hotel Riu teníamos la cena incluida que se sirve de 6:30 a 22 (el restaurante se llama The Theatre Buffet) pero el horario no es muy compatible con ir al teatro porque los shows en Broadway comienzan a las 19 y terminan a las 22 o más tarde. Igual nos la arreglamos para comer a las apuradas… por suerte el Richard Rodgers Theatre quedaba a una cuadra del Riu, así que simplemente volamos después de picar algo en el restaurante. Y sí, vimos Hamilton, qué decir! Un show espléndido de los que te quedás con ganas de aplaudir más del tiempo que saludan los artistas. ¡Quedé tan manija que me compré la biografía de Hamilton sobre la que se inspiró el musical!