El Chalten, 11 de febrero 2022
Como habíamos programado, hoy hicimos excursión lacustre por el Lago Argentino, esas excursiones que uno solía decir “del catamarán” pero que ahora les dicen crucero. Habíamos hecho algunas parecidas, pero esta es nueva. Sale temprano a la mañana y lleva un ganado importante. La mayoría argentinos pero también un grupete de brasileros que durmieron buena parte del trayecto. Arrancamos tipo 9 de la mañana de Puerto La Soledad. La nave de varios niveles llevaba más de cien almas, seguro. Varios guías que emitían su speech primero en castellano y después en inglés, música suave de fondo, baños óptimos, cafetería. El trayecto arranca por el glaciar seco y el Spegazzini. A estos nunca los habíamos visto. El Spegazzini es muy alto y pareciera que se acerca bastante. La gente se emociona, se vuelve loca. Se sacan fotos con pedazos de hielo. A mí me irrita un poco el gallinerío, el hielo me da silencio, meditación. Pero la alegría es contagiosa, no está tan mal tan poco.
Después nos acercamos al Upsala. El Upsala es el más grande pero también, el que retrocede más rápido. Siempre menciono a propósito del calentamiento global que cuando lo vimos con intervalo de seis años notamos ese retroceso a simple vista. Y no importa entrar el debate de los recuerdos reconstruidos, mencionan todo el tiempo el tremendo desgranamiento del Upsala. De hecho, no es posible acercarse mucho porque está prohibido navegar cerca. Lo vimos bastante de lejos y acabamos haciendo foco en los tremendos témpanos que se acercan al canal.
Bahía de las Vacas
De ahí nos llevaron a la bahía de las vacas, que es una costa del lago donde, al parecer, un nóridco había venido con la misión de llevarse a las vacas salvajes que quedaban de la época en que las primeras estancias fueron cedidas a Parques Nacionales… pero después se fue, porque las cosas resultaron trágicas. Nos hacen bajar del barquito y vamos en grupetes en fila india por un senderito de menos de un kilómetro. El paseo es agradable, no sopla demasiado el viento y la guía se esfuerza por transmitir la emoción de la gente que le vino a poner el cuerpo al viento y al frío en estas latitudes mundocúlicas. Media hora después, volvemos al barco para almorzar. Nosotros no contratamos el servicio de viandas esta vez. Estamos hartos de los sánguches… pero cuando vemos las box lunch y el olorcito… medio que nos da un poco de envidia.
Seguimos por el Canal de los Témpanos para el Perito Moreno. Las guías se toman su tiempo para explicar quién fue Francisco Moreno y por qué perito y por qué el glaciar. La historia es vieja y repetida pero asumo que el público se renueva. También vuelven a explicar las cuestiones técnicas en general de los glaciares y la particularidad del Perito Moreno… ¿por qué es tan famoso? Por su accesibilidad, porque está en equilibrio y ¡por sus rupturas! Algo dijo respecto a que uno observa cierto retroceso lateral… yo pensé eso cuando lo ví otra vuelta esta vez. Pero mencionó que los expertos dicen que esto no es relevante… Como sea, luego de los detalles técnicos tuvimos un tiempo zen para observar. De pronto un tempano se dio vuelta… y fue algo interesante, muy diferente a un desprendimiento. Después, como parte del show, cuando el barco se dio vuelta, nos invitaron a subir la cubierta para una “despedida” al glaciar. Pusieron entonces la canción a la bandera. Bien explotado el timming patriótico. Muchos de los pasajeros medio que se emocionaron. Otros medio que decían WTF. Pero bueno.
De ahí, volvimos. Ya eran más de las cinco.
Y era hora de volver al hotel y preparar las valijas. Estamos justitos con el peso. Habrá que reorganizar.
Upgrade
La última noche, otra vez, el bar del Imago como para cenar algo rápido estaba cerrado. Como ya estábamos cansados fuimos al restaurante del Hotel. Pedimos trucha, que se yo, nos pareció un buen cierre. Pero no fue tan buen cierre. Me intoxiqué. Les ahorro los detalles.