Lunes 22 de enero de 2007
El alba nos entregó un día nublado, el viento había cambiado. Parecía increíble, pensando cuan estrellada había sido la noche anterior.
Luego de comprar algunas provisiones, salimos desde Moquehue rumbo al Lago Ñorquinco. El camino de ripio es encantador, y como para tomarlo con prudencia. Lástima algunos que pasan a velocidad de autopista.
Las laderas repletas de pehuenes y ñires deslumbran con su belleza. El día se está nublando. Por la mañana nos habían dicho que cuando sopla viento del este, cambian las condiciones climáticas. Y en efecto, eso estaba sucediendo.
Llegamos a Ñorquinco promediando el medio día. Junto al lago hay un eco-camping muy bonito, onda mística. Los caminos están prolijamente marcados con piedras, las parcelas planificadas, los residuos deben separarse, en la puerta de los baños, información interesante para leer, como frases místico-panteístas o data sobre la flora y la fauna... hay actividades planificadas para los acampantes como tai-chi, o bioconstrucción. Como puntos débiles, los juegos infantiles están un poco deteriorados respecto al año pasado, y la proveeduría no parece muy dispuesta a la atención... una pena.
El lago es hermoso. La vegetación es abundante: ñires, caña colihue, flores de violetas, anaranjadas, amarillas. Los juncos crecen sobre las margenes del agua, el paisaje es deliciosamente silencioso.
Hicimos fuego buscando leña en el lugar y comimos un asado al aire libre. Nos atacaron unas abejas carnívoras bastante molesta, pero por suerte logramos distraerlas con un trozo de carne que les ofrecimos como banquete.
Finalmente, la lluvia que amenazaba se hizo presente. Cuando comenzó a extinguirse nuestro fogón, partimos para continuar el viaje.
Pocos kilómetros más adelante parecía despejarse por momentos. Llegamos aPiedra Pintada en la zona del lago Pulmarí. No está bien indicado, a no ser por un cartel junto a un portón de madera. Hay ahí un peñón de granito, colonizado por añosos pehuenes que subimos buscando los anunciados petroglifos. Desde la cima puede verse un lujoso hotel cinco estrellas que se construyó en la zona a los pies del bello Pulmarí. Finalmente, siguiendo nuestra intuición (por que las indicaciones son nulas), divisamos al tipo del peñón algunos vestigios de lo que quizá son los petroglifos.
Lamentablemente, los salvajes de siempre, escribieron encima lo que hace muy difícil discernir qué es qué. Sacamos algunas conclusiones y con ellas nuestras fotos. En cualquier caso, la escalada vale la pena, aunque tan solo sea por la vista que ofrece.
Sanos y salvos continuamos camino por el circuito pehuenia. La lluvia regresaba. Al girar hacia Pehuenia, bordeando el río Aluminé, encontramos que hay unos diez kilómetros ya pavimentados. Luego el ripio otra vez. El río Aluminé es transparente y rápido, por algo se practica raffting en él. El paisaje volcánico, enfatizado por la humedad de la lluvia, nos regaló un festival de arcos iris entre bloques de piedras y pehuenes.
Completamos la vuelta hasta la llegar otra vez al nuestro lago Moquehue, donde nos recibió desafiante un anochecer frío, nublado y lluvioso.
Martes 23 de enero de 2007
Llovió toda la noche, sin embargo, la mañana se presentó levemente nublada. Un aroma increíble a tierra húmeda se apoderó del paisaje... ah, si uno pudiera atesorar esas impresiones sensoriales del mismo modo que los colores y las formas con la fotografía...
Decidimos caminar por el bosque. Subimos de cara a la montaña sobre terrenos de la comunidad indígena de Pulmarí. La vegetación es húmeda. Dominan los ñires, los cipreses y la caña colihue. Hay muchas flores también. Y barbas de viejo que hablan de una zona virgen, todavía no contaminada. Desde lo alto la panorámica del lago es increíble. Seguimos el rastro de una cascada hasta donde no pudimos avanzar más... entonces decidimos volver sobre nuestras pisadas hasta encontrar la salida.
Luego fuimos hasta el camping Trenel, muy interesante la organización de las parcelas en terraza. El camping es realmente muy bonito y su restaurante, muy recomendable. La playa, increíble. Luego de una pizza deliciosa, bajamos hasta la orilla del lago y nos quedamos a contemplar el silencio.
Visitamos más tarde el local de artesanías de Moquehue: Choros. Ahí supimos que “la luz” no la traerán por el momento de Pehuenia sino que pondrían un generador.
De regreso en la cabaña intenté remar yo sola la canoa... no es tan fácil, sobre todo con viento en contra... y casi me choco con una lancha junto al muelle: patético. Espero mejorar.
La noche nos regaló una nueva vista espectacular del cometa y otro intento fotográfico.
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