domingo, 28 de enero de 2024

Cosas mas o menos junto a un mar demasiado magico

 Isla de San Andrés, 28 de enero


La llegada a la isla fue en medio de la noche. El vuelo demorado, finalmente, no tardó más de 48 minutos en llegar pero el desembarco fue caótico. Un poco porque ya veníamos mal predispuestos pero también porque era realmente un quilombo. La gente se apiñaba en una cola desastrosa en un aeropuerto que no tenía nada de pintoresco ni de glamoroso. ¿Por qué tanta cola por un vuelo de cabotaje? Bueno, lo que hacen es verificar que hayas pagado la tasa de turismo, un impuesto que cobran a todos los que ingresan. La tasa uno la paga al embarcar porque sino no sube al avión, pero en vez de estar todo ya verificado una empleada con toda la lentitud del mundo miraba el papelito, escaneaba un código de barras e ingresaba algunos datos en la computadora. En la cola la mayoría eran colombianos, algunos brasileros, algún que otro argentino o uruguayo. Había unos kazacos, rarisimo. Se colaron en el control. Los brasileros se calentaron y Adrián los empezó a pelear en ruso. En fin, estábamos pasados de vueltas. Cuando salimos de ese lío, ya habían llegado las valijas. Nos fuimos arrastrandolas hasta el hotel que queda nomás al lado del aerpuerto. 

Hicimos el checkin y nos llevaron a la habitación, una bien al fondo. El hotel es uno de esos resort all inclusive supuestamente de unas cuatro estrellas. No se si porque teníamos el parámetro de unas vacaciones en un All inclusive hace 25 años en Punta Cana o porque nuestro estándar se hizo mas pretencioso, nos pareció que estaba bastante por debajo de nuestras expectativas. No es que el hotel sea feo, pero se nota que fue una inversión grande hace algunos años, quizá diez o quince pero no le han hecho mantenimiento. Nuestra habitación, además, tenía varios problemas, el principal era la ducha que no tenía agua caliente. No somos de quejarnos en general, nos bancamos las cosas como vienen, pero esta vez, después de lo de Latam, veníamos con la mecha corta y al día siguiente pedimos un cambio de habitación. Nos dieron una exactamente igual, pero en la que funcionaba todo y no se estaba cayendo a cacho.

Ayer nos quedamos en el hotel, alternando entre la pileta, la playa y paseando por los alrededores. La pileta es grande y tiene áreas para lagartear con las reposeras puestas directamente sobre el agua y áreas profundas como para nadar. La playa es una playa de coral. Hermosas arenas blancas, pero el concepto de hacer playa es muy diferente aquí que en nuestra cultura atlántica. Quizá por el calor, quizá por las extensiones… la playa se vive más livianamente. Hemos visto aquí como también en Santa Marta y Cartagena, que alquilan unas carpas muy diferentes a las que tenemos en Argentina, que reciben los vientos de frente (después entendimos que el viento es poco frecuente aquí, que justo estamos en la brevísima temporada de viento), pero no hay tantas actividades recreativas en la playa. Ni fútbol ni beach voley… acá lo más interesante parece pasar adentro del agua.



El mar de coral merece un párrafo aparte. Este mar es diferente al que recordaba de Punta Cana. A simple vista se pueden notar los diferentes colores con variantes hermosas del turquesa. Lechoso como agua de glaciar en las zonas menos profundas, mas verde en algunas areas, azul intenso cuando se vuelve profundo. Difícil de describirlo de tan mágico. Uno puede pasarse horas mirándolo estremecerse al tiro de los reflejos.


Todo lo indefinible que tiene el mar, no lo tiene el pueblo. Las construcciones no tienen más estilo que turismo al paso, tal como podría ser cualquier balneario sin bosques de la costa Argentina. Toda la onda de Santa Marta acá brilla por su ausencia. Como supuestamente es un puerto libre hay muchas tiendas donde venden artículos importados, pero en general no son primeras marcas. En algún punto, salvando muchas distancias me recuerda a Ciudad del Este en la triple frontera. O alguna playa del sur de Brasil, en los ochenta. Aca no he visto relojes falsificados, pero sí algunas imitaciones de perfumes que eran bastante grotescas. En las recorridas vimos que están edificando, quizá en unos años la fisonomía de San Andrés cambie con hoteles más lujosos que atraigan a turistas exigentes…

***

Para hoy, contratamos una excursión de snorkel un poco más intensa que la que habíamos hecho en Cartagena. Nos llevaron en una lancha a nosotros dos solos y pudimos hacer tres saltos en los que nadamos bastante. El primero fue en un barco hundido donde había muchos peces refugiándose. Este primer objetivo no lo disfruté mucho porque la corriente me confundía un poco y no podía nadar bien pese a las patas de ranas y además necesitaba aclimatarme al respiradero del snorkel.

La segunda bajada fue el primer arrecife de coral. Como había bastante viento y el mar estaba picado nos indicaron que nos agarremos de una cuerda con un salvavidas atado al final. En ese lugar no se puede anclar el barco así que nos arrastraron mientras mirábamos los arrecifes. A ese viaje lo llaman El vuelo de Peter Pan y sin duda, es algo así. La vista submarina es increible: peces de colores y los corales como en una película. Vi grupos de peces saliendo de su casita, erizos negros enromes, caracoles gigantes… 


La tercera parada fue en otra área, donde también había corales y peces. Quiza es la que más disfruté porque ya entendía bien cómo funcionaba el snorkel. Además era un área mas calma. En esta área vimos gusanos y hasta un tiburón bebe,protegido en el arrecife.


Volvimos al hotel tratando de procesar en la mente todo lo que habíamos visto. Nos alquilaron una go pro sumergible… de donde salió este video increíble!





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