miércoles, 27 de enero de 2021

Quizá estoy apunada

Huacalera, 5 de octubre de 2019


Hoy me levanté con dolor de cabeza. Es que ayer estábamos muy cansados por eso no escribí así que hoy tengo el trabajo escribir sobre dos días en realidad. Me pregunto si estaré apunada, en realidad. Como sea, acabo de tomar ibuprofeno con el desayuno. Ayer fue un día largo  e  intenso.

Empezamos tempranísimo porque teníamos vuelo a las 5 de la mañana. Así que casi no dormimos. Salimos con lluvia de aeroparque, el Embraer se movió un poco pero tenía tanto sueño que ni me importó. En el vuelo, creo que dormité alguito hasta que la azafata me preguntó si quería café. Y me tomé café. Y volví a dormitar con café y todo. Abajo, puras nubes, no parecía muy prometedor. Aterrizamos en el aeropuerto de San Salvador que nos sorprendió gratamente por su modernidad, al parecer es muy nuevo y muy lindo.


Aeropuerto de Jujuy


Nos esperaban con un cartelito de la agencia de alquiler de autos y así nomás con un tramíte mínimo ya estabamos en camino a nuestro destino rogando que se despejara… y empezó a despejar. 


Enganchamos la ruta 9 hasta Purmamarca y para entonces, ya había salido el sol. Tomamos un café con leche para terminar de despertarnos. Lo logramos totalmente cuando vimos los colores de Purmarmarca. Sí, había despejado. Le pregunté a la chica del café por qué la montaña era verde y me dijo que no tenía idea. Después averiguo en Internet, le dije, porque algo tenía que decir. En efecto, después supimos que era por el cobre. Los colores de las montañas en Jujuy son impactantes, calculo que inspiran a toda su industrai textil tan arcoíristíca. A mi me encanta.

Purmamarca
Llegando a Purmamarca

Purmamarca es mas cool que Palermo. Nos pareció hermosa. Estuvimos dando vueltas por el mini pueblo turístico. Caminamos por la feria y compramos algunas cosas, entre ellas, un sweter que me encandiló a primera vista.


Cerro de los siete colores


Cuando nos quisimos acordar, era hora de almorzar. Entramos a un restó muy  turístico donde comimos humita en chala y quesillo de cabra. Aprovechamos también para cargar los celuares porque el cargador del auto no hubo forma de hacerlo andar. Luego subimos al cerro de los siete colores. Es un sendero cortito por el que te cobran una pequeña entrada. La verdad que vale la pena. 


Desde arriba del cerro 

Bajando del cerro pensamos en ir a las Salinas, pero estábamos demasiado cansados, así que decidimos ir para el hotel en Huacalera. No puedo contarles mucho del camino porque venía cabeceando de sueño. Casí ni vi cuando pasamos Tilcara. Cuando llegamos al hotel, por cierto, muy lindo y puesto a nuevo, optamos por descansar un rato. A la tarde fuimos hasta el mojón del trópico de Capriocornio que queda a unos pocos metos del hotel para sacarme una foto histórica 43 años después. 

1977

2019


Y después de un paseo mínimo por Huacalera, vovimos al hotel tomamos te de coca con alfajores de cayote. Nos quedamos descansando hasta la cena. Ahi nos castigamos con un plato de quinoa espectacular.


Dormimos profundamente mas de 9 horas. Me desperté con dolor de cabeza. No sé si estaba apunada o resfriada. En cualquier caso, lo resolví con ibupofreno. En un rato ya me sentía mejor y decidimos ir a Tilcara. Estaba nublado y eso nos desanimó un poco, pero la recpecionista nos advirtió que en Jujuy el sol siempre sale.


Tilcara está a unos pocos km de aca. El pueblo es chiquito — no tanto como purmamarca — pero es muy pintorezco. DImos una vuelta con el auto y enfilamos para el Pucará. Ahi nos recibió un indio con vincha que nos invitó a  estacionar en su casa por contribución a voluntad. Aceptamos la propuesta y le consultamos sobre la garganta del diablo. Nos dijo que fueramos con el auto que no era tan dificil si no nos daba vértigo. La vista al Pucará la hicimos con un guia de orientación arqueológico. Daba buena información aunque con mucha bajada de línea ideológica. A mi me pareció divertido. Una chicas muy pogres se entusiasmaban con el relato mientras que a otras dos no les interesaba mucho. Fue diverido cuando dijo que la arquelogía se basaba en evidencias, no como la antropología que deliraba un poco. No sé si a las chicas entusiastas eso les gustó mucho. Entre algunas cosas interesantes que contó y que no sabía fue que las llamas son el resultado de la selección artificial de los guanacos, bichos salvajes que no son para nada domésticos. Le conté al guia que yo había estado ahi cuando tenía siete años y me dijo que si tenía fotos que se las mandara. Me pareció copado.


En el Puracá de Tilcara


Después, siguiendo el consejo del guía indio, nos fuimos para la cascada. La subida fue complicada, más de lo que esperábamos. Casí que nos arrepentimos. La cascada esta adminsitrada por una comunidad india y sale unos 50 pesos la entrada. Al bajar, nos equivocamos de camino y llegamos a una zona de derrumbe. Para salir tuve que agarrarme a una planta pinchoza y me enganché el sweter que me había comaprado en Purmamarca. Salimos como pudimos agarrando piedras hasta darnos cuenta de que el camino, de unos 600 metros, era para el otro lado. Ese caminito sí que era lindo. Un trayecto de piedras recorriendo el arroyo hasta las cascada nos pareció encantador. A la vuelta, dos chicas de San Isidro nos pidieron si las alcanzabamos hasta el pueblo, había subido caminando y ya no podían más. La vedad que subir caminado desde tilcara es una locura…


Cascada


En Tilcara, aunque ya era medio tarde, almorzamos en un lugar muy lindo. Después de que nos fuimos, cerraron el restaurante. Cuando terminamos de comer decidimos seguir al sur para las Salinas, ya que no lo habíamos hecho ayer. Si bien la distancia es poca, el camino fue complicado porque nos agarró una nube. En un momento no se veía nada de nada. Y fue para tanto que dijimos: "5 km más. Si no cambia, nos volvemos". Y cuando llegamos al km 35, un poco antes del mojón de los 4120 metros, se despejó. Ahi mejoarmos la veloducidad y llegamos a eso de las 1730 a la salina. A la salina solo se puede entrar con un guía y la vista sale 300 pesos por auto. El guia era un lugareño amable que nos mostró los pozos donde se cristaliza la sal para consumo humano, pozos naturales y nos contó que las formas pentagonales y hexagonales del suelo se deben a la forma de los cristales.


Cristales hexagonales

También nos contó que cuando empieza las lluvias en diciembre ya no se pueden visitar. Y que para marzo y abril, hay menos viento por lo que la salina está muy blanca y no amarronada, como la vimos nosotros.



En las salinas

Había un viento de locos, parece que el viento levanta por la tarde, como en Villa Gesell. Así que no nos demoramos mucho y empezamos a volver. La vuelta fue complicada, porque además de la nube había una caravana de camiones. 

Llegamos al hotel para cenar. Y cenamos piponamente con las piernas muy cansadas.



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