miércoles, 27 de enero de 2021

woooow wooow woooooo: hay cosas lindas, pero el Hornocal...

 Huacalera, 6 de octubre de 2019

Lo que me dolían los cuádriceps no tenía nombre. Igual, deasayuno mediante, juntamos fuerzas para seguir. No nos costó demasiado. El menú del día era más bien atractivo.

Salimos camino a Humahuaca que queda unos pocos km al norte. El camino todavía no se despejaba completamente pero teníamos cierta hipótesis de sol así que seguimos muy optimistas. La entrada a Humahuaca nos pareció algo extravagante con unas luminarias de diseño relativamente modernoso. A la entrada nos atajó un guia turístico que nos vendió un folleto turístico. Nos ofreció también una excursion en 4x4 al Hornocal. Le dijimos que quizá y en cuanto pudimos despegarnos, entramos en la ciudad. Vimos primero la estación del Automóvil Club y una plaza chiquita, que no era la plaza principal. Humahuaca, a primera vista, es más rústica y está menos producida que Tilcara. Aunque turismo, claramente, no falta. En la terminal averiguamos, teníamos el dato, por otras alternativas de excusión. Un chico muy amable nos ofreció subida y bajada a al Hornocal a un costo más bajo. Era una viaje compartido con otros pasajeros un poco más corto. Pero nos pareció conveniente. No les pido seña, nos dijo. Yo trabajo con la confianza. Ustedes están acá a las 14 y salimos. Cerramos trato y nos fuimos a pasear aprovechando las indicaciones de Ignacio, que asi se llamaba el chico que nos ofreció la excusión.

Fuimos para la plaza principal donde vimos el cabildo. La puerta del Santo estaba todavía cerrada, asi que fuimos por el monumento del Indio que subimos con algo de esfuerzo considerando que las aventuras del día anterior nos habían dejado bastante destruídos. Es una pena ver que algunas piedras están vandalizadas con leyendas estúpidas en liquid paper, pero ignorando la cuestión, el monumento es imponente y tiene cierta mística.


Monumento al Indio, Humahuaca


En el lado posterior del monumento, como escondido de la vida, está el cementerio y también, unas cuantas antenas, curiosas por cierto, ya que el 4G brilla por su ausencia. 


Monumento al Indio, Humahuaca


Bajando del monumento hicimos algunas compras. Una señora me perseguía bastante intensa hasta que le compre caramelos de coca y unas muñequitas. Esta gente entrena en Turquía, pensé. Por cierto, si no te venden, te venden. A todo esto, estabamos flojos de efectivo y tratamos de sacar cajero en el único cajero del pueblo… sin éxito. Medio frustrados, nos fuimos a tomar un té de coca con bizcochos a un muy lindo restó que tenía tarjeta y wi fi hasta que se hicieron las 12 y fuimos para la plaza a ver al santo mecánico que absolutamente puntual sale a darl la bendición.



El saludo del Santo mecánico


El show tiene su magia, acompañada por la música que la Iglesia convida para darle una atmósfera mística al robot de madera. Los turistas se agolpan en la plaza y todos somos parte del espectáculo.

De allí nos fuimos para la terminal y en la cuatro por cuatro que nos llevó de excursión. Nuestros acompañantes fueron una obstétrica de Buenos Aires, quizá jubilada que viajaba sola y una pareja más o menos de nuestra edad de Río Negro. El camino fue ameno, pero menos mal que no lo hicimos con el auto de alquiler porque era bastante complicado. No solo por el ripio sino por lo empinado de las curvas cerradas. Hicimos una parada en el mojón delos 4000 metros.



Camino al Hornocal, a 4000 metros


Al llegar a la zona, como es territorio de una comunidad india, te cobran una entrada (20 pesos por persona) para entrar al mirador. El mirador casi no tiene más servicios que una letrina precaria. Hay, eso sí, una ambulancia del SAME por si alguien se descompensa. La altura no es joda. Pero a decir verdad, nada de esto es muy importante. La montañas de los catorce colores (no los conté, pero para mí son muchos más) es un de una belleza insolente. Es de esas cosas sque valen la pena ver en la vida. Todo es un ooooohhh, ahhh, no te puedo creeeer, wow, etc, etc. Hay un camino para bajar y acercarse. Intentamos hacer la primera parte pero estabamos justos con el tiempo. Bajar era más o menos facil pero volver a subir con 4000 metros, te dejaba sin aire. Así que bajamos lo sufiicente pomo para sacar un par de fotos pero no mucho más. Después nos quedamos contemplando tanta maravilla mientras veíamos un par de turistas gallegos haciéndose los cancheros y temrinando en la ambulancia del SAME. También un gringo que saltaba como loco y que no le pasaba nada. Se ve que tenía mucho estado físico o estaba totalmente adaptado.


woo ohhhhh ohhhhh, el Hornocal. La foto no le hace justicia.


Cuando fue la hora volvimos a la cuatro por cuatro para volver a Humahuaca. El viaje fue rapido. Llegamos a eso de las 15 y pico y buscamos el mismo restó con tarjeta en el que habíamose estado a la mañana y comimos muy rico empanadas y quesillo de cabra. Nos quedamos un buen rato en el patio mirando los árboles,los pajaritos y el sol que se colaba entre todas esas cosas. Después, volvimos para el cajero a ver si se producía el milagro y ¡aleluya! pudimos retirar un poco de efectivo.


Restó de Humahuaca

Dimos una última vuelta por las calles empedradas con toda la intención de entrar a la iglesia y ver el famoso altar de oro, pero estaba cerrada. Pendiente para la próxima. Entonces pensamos en volver, agarramos el auto y nos fuimos otra vez para el sur. Como nos había quedado pendiente conocer Paleta de Pintor en Maimará, decidimos ir ahi. EN realidad lo habíamos visto varias veces desde la ruta, pero pensamos que era buena idea subir a un mirador y eso hicimos. A mi me dió bastante vértigo porque había empezado a soplar el viento y ese mirador no tiene baranda. Así que saqué una foto con miedo y bajé rapido. Lo que hicimos fue, entonces, meternos dentro del pueblo. Ahi pudimos ver las V invertidas de colores con más tranquilidad y discutir por enésima vez como es que eso se forma. Queda pendiente investigar eso, ya que los lugareños no son muy de dar explciaciones geológicas… Y vimos hasta un partidito de fultbol al pie de la Paleta del PIntor, quizá, un clasico de Maimará.


Paleta de Pintor, Maimara


Lo que siguió después fue volver para el hotel. Nos quedamos descansando un rato hasta que anocheció. Entonces intentamos algunas fotos nocturnas ya que estaba muy despejado. Pudimos captar la via láctea, aunque no tan bien como habíamos imagiando porque la luna todavía esta bastante fuerte y con tanta luz, el cielo se complica para las fotos...


My god, it's full of stars!


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