miércoles, 11 de enero de 2023

De Brooklyn a Hamilton

Fue un día gris, sin lluvia ni nieve ni viento. Gris nomás, de invierno largo y cómodo. Hemos visto fríos de temer, no es el caso, pero estamos desaclimatados así que salimos con prudencia, bastante abrigados después de un preventivo desayuno generoso. El objetivo era dar un paseíto por Brooklyn, para lo que elegimos tomar el ferry. Fue una excelente decisión que nos dió una linda vista del skyline de Manhattan. Embarcamos sobre el East River (se nos ocurrió que podíamos llamarlo anti Hudson) y después de pasar debajo del puente de Manhattan y del de Brooklyn llegamos a DUMBO y recorrimos la zona del Bridge Park que nos gustó mucho y nos dio una vista panorámica del World Trade Center y la estatua de la Libertad.



Después empezamos a dar algunas vueltas por la zona residencial hasta downtown. Almorzamos en el Dekalb Market Hall donde elegimos comida polaca, unos pierogi a lo yanqui con pepinos y remolachas. Estaba aceptable, digamos.


                                                                
Brooklyn


Después paseamos un poco por las tiendas y tomamos el subte para volver. El viaje en subte es largo y, al menos el trayecto por el que optamos, pasa sobre el puente de Manhattan. Bajamos en Central Park y vimos como los perros corrían a las ardillas. Después volvimos por la sexta y vimos que una celebridad ingresaba a los estudios de la NBC para el show Jimmy Fallon… una rubia que vi perfecto pero que no reconocí y no tengo la menor idea de por qué había gente queriendo sacarle fotos. De ahí pasamos por el Rockefeller Center, con su arbol decorado y sus patinadores, hasta el hotel, así descansabamos un poco… antes del teatro.



Central Park

En el hotel Riu teníamos la cena incluida que se sirve de 6:30 a 22 (el restaurante se llama The Theatre Buffet) pero el horario no es muy compatible con ir al teatro porque los shows en Broadway comienzan a las 19 y terminan a las 22 o más tarde. Igual nos la arreglamos para comer a las apuradas… por suerte el Richard Rodgers Theatre quedaba a una cuadra del Riu, así que simplemente volamos después de picar algo en el restaurante. Y sí, vimos Hamilton, qué decir! Un show espléndido de los que te quedás con ganas de aplaudir más del tiempo que saludan los artistas. ¡Quedé tan manija que me compré la biografía de Hamilton sobre la que se inspiró el musical!





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