Mientras desayunábamos tuvimos que aceptar que el día no sería compatible con el esquí. Si bien había nevado mucho días atrás, ahora llovía y demasiado. Arreglamos el rental de equipos y cambiamos planes para ir a pasear un poco. No queríamos ir muy lejos porque ya habíamos viajado bastante el día anterior así que pensamos en Montpellier, la capital de Vermont que no quedaba tan lejos y que nunca habíamos ido. A medida que avanzaba la mañana, la lluvia se calmó y hasta por momentos se hizo algún agujerito modesto en el cielo. Montpellier nos sorprendió. De tamaño es un pueblito mínimo no muy diferente a otros pueblitos de Nueva Inglaterra, con sus iglesias de piedra y sus casitas de madera como armadas para una atracción de Disney.
Pero el centro de visitantes era especialmente cálido y nos gustó verlo.
Después caminamos algunas cuadras y nos metimos en la legislatura del estado de Vermont que estaba abierta al público durante las sesiones. Mientras ingresábamos vimos salir toda una familia amish que nos saludó con gestos tímidos. El edificio por dentro nos pareció elegante, con un estilo inglés antiguo, diría.
Nos recibió un señor que nos quiso dar información y nos dejó pasar a mirar un poco… estuvimos chusmeando por el edificio hasta que nos dio vergüenza. De ahí seguimos por el pequeño centro comercial donde había varios lugares para comer bastante lindos. Nos metimos el más progre de todos: Rabble-Rouser Chocolate Craft lleno de carteles políticos y decoración a tono aunque pulcra… y hasta chocolates con la imagen de Bernard Sanders. Tardaron un montón en traernos una sopa con arroz (nos avisaron la demora y se disculparon) pero honestamente valió la pena. Dos lecciones importantes sobre este café temático muy de izquierda: el nivel de la comida era muy bueno aun para EEUU donde incluso pagando caro no te termina de cerrar el menú (¿será a lo mejor la influencia francesa en esta latitudes?) y la limpieza inmaculada del lugar, cosa inimaginable para un emprendimiento para semejante target en Buenos Aires.
Al final, cuando salimos del atascamiento se nos hizo de noche cerrada otra vez. Al menos no llovía. Pero la temperatura empezó a bajar rápido así que hicimos algunas otras compras de supermercado y ya nos fuimos derecho para el hotel sin más novedad que ver de cerca como es que funcionan las barredoras que limpian de nieve las banquinas y tiran sal sobre el asfalto.
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