El Chalten, 5 de febrero
El último atardecer en los domos fue inolvidable. Después de volar un poco el drone y sacar algunas tomas (no sabemos manejarlo bien todavía) nos pusimos a esperar el anochecer. Fue una noche perfecta: la vía láctea, las nubes de magallanes, el joyero, las pléyades del sur, Orion… todo lo que se veía a simple vista era realmente increíble. Sacamos fotos y algunas salieron increíbles. Nuestra experiencia del glamping fue extraordinaria, no le faltó nada… nos fuimos completamente encantados pero teníamos que seguir viaje.
Ayer bajamos al pueblo y nos alojamos en una hostería muy linda. La habitación es preciosa y lo valoramos porque dejar el glamping no fue fácil. Una vez que nos instalamos y acomodamos un poco las cosas para hacer algunas compras y pasar por la lavandería, la farmacia… yo tenía los labios destruídos y necesitaba urgente comprar manteca de cacao.
Después hicimos una vuelta por el pueblo, tratamos de recordar qué había cuando vinimos en el 94 y creemos haber reconocido una cervecería/cafetería en la que paramos esa vez. Preguntarle a los locales es inútil, todos son jóvenes y cuando preguntamos por el 94 nos miran con cara de asombro, la mayoría de ellos ni habían nacido. Cuando lleguemos a Buenos Aires vamos a buscar las fotos… alguna debe haber quedado.
El pueblo es mínimo de todas formas, aunque se nota que hubo algo de inversión en los últimos tres o cuatro años. Todo luce muy nuevo. Mucha construcción de madera al estilo chileno (o norteamericano) lo que evita esa imagen desagradable de esqueletos de concreto y ladrillos sin terminar típicos de los lugares como este y parecidos. Como era un día espléndido la entrada daba una vista impecable del perfil de los cerros y aprovechamos para ir a la oficina de turismo y mirar un poco. Nos atendieron muy amablemente cosa que nos sorprendió para bien. Después hicimos un trekking más bien corto y fácil, el mirador de Los cóndores y de Las águilas que da a la estepa y a una vista pastel del lago Viedma. Por la noche pasamos por una cervecería cerca del hotel y comimos algo, rodeados de turistas franceses.
Pero hoy amaneció nublado y había también algo de viento. Optamos por un trekking mediano hasta la laguna Capri. En realidad es la primera parte del camino que llega a la Laguna de los tres, pero saliendo desde el pueblo. El sendero no es muy exigente y está bien mantenido. En unos cuatro kilómetros se puede ver el pueblo desde lo alto, el río de las vueltas y, si el tiempo lo hubiese permitido, el Fitz Roy y sus glaciares… pero estaba recontra nublado. Igual no nos preocupó mucho. Eso es lo bueno de estar muchos días aquí, uno puede tomarse con calma la inestabilidad del tiempo. Hicimos picnic en la laguna Capri. Una abeja nos molestó bastante y tuvimos que dejar mi manzana para que nos dejara vivir. A la abeja no le gustó ni medio cuando saqué la manzana y la puse en mi bolsa portátil de residuos… pero no pueden dejarse residuos (lo siento, abeja insoportable) sería un pecado más que un delito. A la vuelta, por momentos, amagó la lluvia y algo de viento aunque al final no pasó nada. Encontramos dos calafates y nos los comimos. No sé bien cuándo es el momento de los frutos, pero no debe ser esta porque no los vemos por ningún lado. El regalo inesperado fue el avistaje de unos pájaros carpinteros haciendo su loco toc toc en las lengas. Logré filmarlo y fue increíble.
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