Portland, 31 de diciembre 2017
Hace mucho frío. Calculo que unos quince grados bajo cero, quizá menos. La semana pasada, hubo una ola polar que dejó todo bastante blanco. Dicen que pasó lo peor. Tengo mis dudas. Esta noche quizá vayamos a comer al restaurante del hotel, para recibir el año nuevo. Mañana les cuento. La verdad es que estamos muy cansados, no sé si llegamos a las 12.
Estamos en el hotel Westing en el centro de Portland, en el estado de Maine. Llegamos cerca de las 17 horas, pero ya era prácticamente de noche. Portland me hizo acordar a Rutland, supongo que las pequeñas ciudades del este tienen un patrón común que más o menos se repite. Salimos un momento para tomar algo en el Starbucks que tenemos en la esquina, pero había cerrado a las seis. Y no daba para seguir buscando, nos congelábamos. Así que entramos en el único local que vimos abierto, un poco turbio, que vendía, además de galletitas y gaseosas, pipas para fumar de todo. DE TODO.
Portland al atardecer - Downtown |
En el hotel hay una fiesta de casamiento en uno de los salones. Por los pasillos ves gente empilchada con brillos, hombros al aire y tacos altos. Vimos una pareja de muchachos con moños y un perro de raza (el hotel es pet friendly), señoras con peinados producidos y ancianas en sillas de ruedas con zapatillas decoradas con estrás. Rara la coincidencia con año nuevo. En Argentina sería impensado.
Plaza navideña en la esquina del hotel de Portland |
Bueno, perdón la falta de entusiasmo. ¿Sueno medio a bajón? Es que estamos bastante cansados en general, y yo, en especial. Salimos ayer, de Buenos Aires, casi a media noche. El viaje fue un lujo, porque licitamos una oferta en clase ejecutiva. Igual se duerme cortado en los aviones, aún con servicio premium. Yo me desperté varias veces, mi reloj de fitness ni siquiera logró detectar un ciclo de sueño. A media noche, miré por la ventanilla y creo, haber visto, como en un sueño, la constelación de la Osa Mayor. “Ya cruzamos el ecuador”, recuerdo haber pensado. Pero a lo mejor no estaba despierta.
Aterrizamos en una Nueva York nevada y ahi nomás retiramos el auto de alquiler que debíamos cambiar en Boston por otro que tuviera ruedas especiales para el invierno, las necesarias para entrar a Canadá. El plan fue un fracaso porque en Boston tampoco había ruedas invernales así que solo cambiamos el auto por una camioneta un poco más grande y seguimos viaje hasta llegar aquí, donde pasaremos la útima noche de 2017.
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