domingo, 27 de enero de 2019

El camino a la Ciudad Sagrada

Tafí del Valle,17 de noviembre de 2018
Nos despertamos muy temprano con la noticia de que habían encontrado el ARA San Juan. Eran como las seis de la mañana pero en la ansiedad de saber qué había pasado no pudimos volver a dormir. Como el plan era ese día visitar las ruinas de Quilmes nos fuimos a desayunar mientras nos poníamos al tanto de las noticias. El desayuno de la hostería nos gustó. Sencillo pero rico. Estaba medio nublado…  si llovía se nos iba a complicar la excursión.

En la ruta

Tomamos la ruta 307 camino a Amaicha. Vimos  algunos autos y micros de dos pisos que daban bastante miedo en las curvas. Al rato nos dimos cuenta de cierto cambio en el panorama meteorológico: había despejado bastante. Pensamos que los pronósticos se equivocan mucho, por suerte, a nuestro favor.
El Infiernillo
En El infiernillo, que es un alto en el viaje, nos encontramos con una panorámica contundente por lo que paramos para sacar fotos. También hay un puñadito de tiendas con artesanías regionales. Me compré un bolsito étnico multicolor a buen precio. Eso sí, solo efectivo. Había dos llamas a modo decorativo y nos miraban. No creo que fuera nada personal, estaban ahí para poner cara de llamas y dejarse sacar fotos con los turistas.
Dejamos una propina en un chanchito de barro. Un local nos señaló una buena foto en el punto panorámico, es que aparecen los primeros cóndores. El horizonte era verde imponente y recortaba la silueta de las montañas con cierta mística.

Valía la pena quedarse colgado mirando a la distancia… estaba fresco. Habíamos hecho bien en ponernos los polars antes de bajar. Al salir de Él Infiernillo, pasamos por las cumbres Calchaquíes. A medida que avanzamos un ejército de cardones avanzaba glorioso levantando el estandarte de una landmark.
Los cardones se veían gordos y hermosos. La mayoría con brotes asimétricos a los que les faltaba poco y nada para ser flores. Algunos tenían muchos brazos enormes. Un cartel de la ruta presentaba a uno de ellos como el cardón abuelo. Un grupo de turistas paró justo ahí a sacarse fotos con el super cardón. Más adelante había una escuela que se llamaba Manuela Pedraza.
Escuela Manuela Pedraza con Paneles Solares en el techo
Nos llamaron la atención los paneles solares sobre el tejado. Pasamos también por un observatorio astronómico, o mejor dijo, la entrada. El observatorio, tomamos nota, quedaba hacia arriba de la montaña, sobre la ladera derecha. Tomamos nota, a la vuelta, si teníamos tiempos, iríamos a ver qué onda. Después llegamos a Amaicha pero seguimos directo a Quilmes. El camino de ingreso al sitio arqueológico es de ripio pero son muy pocos kilómetros, apenas un desvío. Me llamaron la atención algunos pequeños cúmulos de piedra en las banquinas. Luego supe que esos montoncitos se llaman apachetas y están relacionadas con el culto a la Pachamama.
Las ruinas de Quilmes están bastante restauradas. Se nota el esfuerzo por hacer rendir el yacimiento arqueológico con fines turísticos. En primer lugar, el nombre: Ciudad Sagrada de Quilmes. En segundo lugar, el centro de interpretación, está muy bien hecho, al estilo yanqui. Con material audiovisual y un guión épico y emotivo destacando el espíritu de libertad de los Quilmes, primero resistencia al Inca y luego a los Españoles. También presentan con atractivo cool el culto a la Pachamama. Ya fuera del centro de interpretación, un guía explica con mayor rigor histórico algunos detalles. Por ejemplo, que las viviendas ubicadas a mayor altura se correspondían con un mayor estrato social dentro de la comunidad.
El camino de ascenso a la Ciudad Sagrada de Quilmes
En la cima el consejo de sabios y caciques, eran los que mayor poder tenían. Las ruinas están reconstruidas en un 10 por ciento. Subimos el Pucará Sur hasta el atalaya. No llegamos hasta el último, pero igual, fue bastante alto. La visa desde arriba es imponente. Vale la pena ver el laberinto de paredes de piedras hacia abajo, interrumpido solo un cachito por cardones y apachetas. Levantando la vista, las cumbres Calchaquíes regadas del verde descolorido del mediodía. Sí, demasiada luz. Y demasiado calor.
Vista de la Ciudad Sagrada de Quilmes desde la cima. En el horizonte, las Cumbres Calchaquíes.
Nos estábamos deshidratando, así que comenzamos a bajar y fuimos arrancando para Amaicha. Descartamos seguir hasta Santa María, será otro viaje.
El Museo de la Pachamama
Almorzamos en Amaicha en un lugar encantador que nos hizo acordar a una cafetería literaria de Caviahue. La estiramos un poco para disfrutar. De postre, comimos helado con dulce de tuna. Después visitamos el Museo de la Pachamama, un emprendimiento artístico inspirado en motivos indígenas que me gustó mucho. Leí en Tripadvisor que algunos critican porque esperan un museo de tipo arqueológico o histórico.

El Museo de la Pachamama
El Museo de la Pachamama es otra cosa, es una instalación creativa, una versión libre y moderna del culto a la Pachamama visualmente atractiva. Vale la pena entrar, caminar y perderse por las esculturas simbólicas y dejarse llevar por lo que a uno le pasa caminando entrando en las figuras tal como las imagino Cruz, el artista emprendedor que montó el museo.

El Museo de la PachaMama
Como regresamos por la misma ruta por la que habíamos ido, intentamos visitar el observatorio astronómico… subimos (ahora quedaba a nuestra izquierda) y tocamos el timbre varias veces. Había carteles ploteados que anunciaban visitas y paquetes turísticos con observación incluída… pero no nos atendió nadie así que volvimos a la ruta medio desilusionados. Así que llegamos a Tafi y nos pedimos una cervecita… mientras mirábamos el cerro. Finalmente, no había llovido nada ni parecía que iba a llover. Así que salimos a caminar, a comprar algunos souvenirs (zapatillas de telar étnico, dulce de cayote, imanes). En una de las calles del centro había un evento folklórico privado en una carpa, estaba el intendente y un cordón policial. No dejaba pasar ni los autos ni las motos. Vimos a un pibe re caliente con la policía por la cuestión y medio que hasta discutieron. Unas cuadras más adelante, había otro evento. Un festejo deportivo parecía, me imaginé que era de fútbol. Venían por la calle principal a los bocinazos limpios con una copa alzada. Y lo que seguía era una procesión detrás de la imagen de la virgen. Chicos y chicas vestidos para el carnaval a toda comparsa bailando “Felices los cuatro”. Los padres filmando y sacando fotos con los celulares. Hablemos de sincretismo, de la convergencia de las tradiciones con la modernidad. Hablemos de la cantidad de gente en Tafí… cenamos en el hotel. Era lo más práctico.
Desfile carnavalezco al paso

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